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Rafael y Salvador Galbis

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SPG Talleres

Rafael y Salvador Galbis

Recambios Colón Pieza clave del taller

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José Galbis debía ser un tipo ingenioso. Peculiar por original. Y no sólo porque cuando aún ni existían los parques infantiles él construyera uno para sus hijos. Rodeado de vallas para que jugaran tranquilos mientras él y su mujer trabajaban mano a mano en el taller: “En el pueblo decían: ‘¡Mira, los tiene enjaulados! Luego todos los niños han jugado en parques como aquel...”, recuerdan sus hijos sonriendo.

Tampoco porque llegara a tener dos leones (sí, sí, así como lo leen), criados por él mismo, como llamada de atención para atraer a posibles nuevos clientes al taller: “Fue hace muchos años”, dicen mientras muestran una foto como prueba, “al final se los terminó llevando la Guardia Civil...”. Ni porque después de aquello tuviera cuatro monos o porque quisiera haber criado un oso: “Nuestra madre ya no le dejó...”, recuerdan Rafael y Salvador entre risas. Debía serlo también por la manera que tuvo de enfocar el negocio, aguantando carros y carretas sobre todo al principio, siendo el primero en traer una marca (en forma de servicio oficial) a su pueblo natal: Villanueva de Castellón (a cincuenta kilómetros de Valencia). No hay duda de que la historia de R&S Galbis merece ser contada.

El taller, casa familiar

A José Galbis siempre le había gustado la mecánica. Empezó en el oficio trabajando en un taller del pueblo. No tardó en aprender lo necesario: “Unos años después, cuando se casó con mi madre”, recuerda el mayor de los hermanos, “montaron el taller”. Ella era de Llombay, un pueblo a treinta kilómetros de Villanueva de Castellón, pero el plan era vivir en la localidad natal de José. Y buscaron el modo de hacerlo. La idea de montar un taller rondaba la cabeza de José desde hacía tiempo, así que cuando se casaron alquilaron unas instalaciones en el pueblo para montar el negocio.

En aquellas mismas prepararon una zona habitable donde vivirían. Dos por uno: negocio y hogar familiar. El primer paso estaba dado. Al taller lo llamaron como él: José Galbis. A partir de ahí sólo quedaba trabajar. Y no fue fácil: “A nuestro padre le costó mucho levantar el negocio”, dice Salvador con su hermano al lado asintiendo con la cabeza, “al alquiler de las instalaciones había que sumarle la compra que habían hecho de maquinaria para lavado y engrase, que era fundamentalmente lo que hacían por entonces”. Aunque no sólo; hubo más condicionantes. Sigue Rafael: “El taller del que había salido mi padre, en el que trabajaba antes, hizo lo posible para ponerle las cosas difíciles. Trataron de que no tuviera demasiado trabajo y empezaron a regalar a los clientes engrases y lavados... Aquello supuso que durante seis meses no entrara un coche por la puerta del taller”. “Pero aguantó”, interviene Salvador, “y al ver que mi padre resistía dejaron de hacer ese tipo de cosas y a cobrar lo que valían los trabajos. Fue entonces cuando el taller empezó a funcionar”. Siempre con la ayuda de su madre: “Ella ayudaba sobre todo en el lavado, sacando agua de un pozo de 19 metros que mi padre había cavado dentro del taller. Si no fuese por el apoyo de mi madre y porque a mi padre no le daba miedo nada hoy no estaríamos aquí”. Y su hermano Rafael sentencia: “Si mi padre no se hubiese casado con mi madre posiblemente el negocio que ves hoy no estaría en pie...”.

Y llegó la marca

Así anduvieron durante los siguientes años. Rafael y Salvador, en cuanto pudieron, fueron entrando poco a poco en el negocio. “Desde siempre”, recuerdan, “cuando éramos más pequeños compaginando el colegio con el negocio familiar; y a partir de los catorce ya a pleno rendimiento”.

No pudieron elegir: “En aquella época no podíamos ni plantearnos dedicarnos a otra cosa. Hacía falta trabajar en el taller porque había muchas cosas que pagar”, explica Rafael. Teniendo Rafael ya 18 años y Salvador 16, los dos ya de lleno en el negocio ayudando a su padre, vino uno de los grandes cambios. Corría el año 1979: “Hasta entonces en el taller habíamos arreglado desde mulas agrícolas, tractores, camiones... Lo que hubiera”, señala Rafael, “pero llegó un momento en que mi padre pensó que abanderar el taller con una marca era interesante para dar un impulso al negocio”.

Lo intentaron con Renault, pero ya tenía aquella zona cubierta. Finalmente entraron en Citroën. Un salto que dieron prácticamente a la vez que se mudaron a las instalaciones donde hoy se encuentra ubicado el taller (cerca de 600 metros entre exposición, taller y parking).  Aquello supuso un salto importante: “Fue la primera marca que entró en el pueblo. La imagen con la que dotamos el taller, la formación, el apoyo de la marca en general, hizo que el negocio enseguida empezara a crecer”. Tan bien les fueron las cosas que a los cinco años fue Renault la que llamó a su puerta: “Nos dijeron que la zona había quedado libre y nos hicieron una oferta”, explica el hermano pequeño. Y aceptaron.

Era el año 1984; el fundador de la empresa, padre de Rafael y Salvador, José Galbis, había decidido dejar las riendas del negocio en manos de sus dos hijos un año antes. Un cambio que volvería a ser decisivo en el devenir del negocio y que a la postre incluso implicaría un cambio en el nombre del taller. De José Galbis a R&S Galbis (R de Rafael y S de Salvador).

Sin ‘novia’

Una vez asumieron la responsabilidad, ambos hermanos tiraron también de originalidad. Para algo eran hijos de quien eran. Lo cuenta Salvador: “Montamos aquí al lado del taller un tren de lavado, que en toda esta zona era el único (ya no está operativo), fuimos pioneros en dar asistencia en carretera en toda la red Renault, montamos una cafetería (que aún sigue funcionando en la parte trasera del taller) ... Todo para traer afluencia de público al taller. De algún modo lo que hacíamos así era hacer que alrededor del taller, que era nuestro principal negocio, hubiera tránsito de gente”.

Pero poco a poco la relación con la marca fue cambiando. Lo explica Rafael: “Llegado el momento la marca cambió su política. Pasamos de formar parte de la red secundaria a ser taller reparador y nos impusieron unas condiciones que desde nuestro punto de vista eran inadmisibles”. Aun así, fueron tirando. Hasta que en 2011 no vieron otro remedio que salir: “Si no nos querían aquí, debíamos buscar el sitio donde sí nos quisieran”. Y buscaron otras ‘novias’. Siempre dentro del canal oficial, claro, que es lo que hasta entonces conocían. Pero con ninguna marca llegaron a término. Siguieron adelante como pudieron, vendiendo coches de ocasión (aún hoy lo hacen), tapando de ese modo los agujeros que de manera irremediable fueron apareciendo en las cuentas del taller.

Aquellos fueron años duros. Así los recuerdan ambos hermanos. Salvador lo cuenta: “Llevábamos tantos años bajo el paraguas de una marca que cuando salimos nos sentimos algo desubicados. No sabíamos muy bien por dónde tirar y lo pasamos mal. Y es que es cierto que cuando sales de la marca hay muchos clientes que se van. Luego pasa el tiempo y empiezas a conocer gente que te apoya, que te ofrece otras perspectivas y poco a poco sales del bache”.

Uno de los que les brindaron ese apoyo fundamental fue el socio de Serca, Recambios Colón.  Ya eran sus proveedores desde el año 2007, momento en el que el recambista abrió su tienda en Xátiva, desde la que les dan servicio. Según afirman ambos hermanos, la ayuda del recambista fue muy importante:

“Empezamos poco a poco a abrirnos a otras marcas, otro tipo de clientes, y para eso necesitábamos formación, asistencia técnica, servicio... Colón fue como una aspirina para todos esos dolores”, bromea Salvador.

La importancia de lo humano

Una nueva perspectiva que les llevó a buscar nuevos horizontes. Así llegó la red SPG: “Fue Rafael Pagán (responsable de Redes de Talleres de Recambios Colón”), recuerda Rafael, “el que un día nos habló de la red y nos comentó que podría ser interesante. Por entonces ya teníamos muy buena relación con ellos (hablando del recambista), así que estudiamos la posibilidad”. La idea de pertenecer a una red de talleres fuerte les atraía. Y dijeron que sí. Y en 2016 entraron: “Valoramos todos los servicios que la red nos ofrece, pero sobre todo el trato humano”, afirma Salvador, “algo que se está perdiendo y que nosotros valoramos más que ninguna otra cosa. Si tenemos un problema nos dirigimos a personas que se preocupan por solucionar nuestros problemas”. Una importancia en la relación personal que no sólo han notado respecto a su relación con la red; también con el trato que desde SPG Talleres tratan de potenciar entre los talleres y sus clientes: “Antes, con la marca, la relación tendía a ser mucho más fría. Ahora todo es más humano, el cuidado del cliente es otro, las relaciones son mucho más cercanas...”.

Recambios Colón Pieza clave

El socio de Serca fue clave en un momento de vital importancia para R&S Galbis. Cuando pasaron de estar bajo el paraguas de una marca a ser un taller multimarca 100%, El recambista les ofreció todo el servicio necesario para llevar a cabo esta transición con garantías. Juan Tamarit (Recambios Colón) habla de lo que caracteriza a su cliente: “Son unos clientes muy importantes para nosotros. Desde que abrimos la tienda de Xátiva en 2007, hemos ido creciendo de la mano. Ellos de algún modo nos han ayudado a potenciar nuestra presencia en esta zona. Han sido un cliente fiel. Hoy son un miembro destacado de la red SPG”.

Pablo Morán, comercial del distribuidor en la zona, que es quien al fin y al cabo lleva la relación con ‘los Galbis’ día a día, también interviene: “Yo conozco a Rafael y a Salvador desde hace 27 años, antes incluso de trabajar yo en Recambios Colón. Son un gran cliente, que gestiona muy bien su negocio y que confía 100% en nosotros”.

“Lo que diferencia a Recambios Colón”, concluye Salvador Galbis, “es sin duda la proximidad con su cliente y el servicio que nos presta: rapidez en la entrega de las piezas, soporte técnico, formación, redes de talleres... Son una pieza clave en nuestro negocio”.

Rafael y Salvador Galbis | Gerentes de R&S GALBIS

1 de pode de 2017