Miguel Ortiz
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Miguel Ortiz
A día de hoy estamos encantados de pertenecer a SPG Talleres
Nació en Cataluña y es del Barça, pero su acento delata sus orígenes familiares. Habla catalán perfectamente, dice, pero no es difícil adivinar que en su casa se pronunciaba con acento andaluz. Miguel Ortiz (51 años) es uno de los tres socios al frente de Garaje Arenas, un taller SPG en Terrassa (Barcelona). Los otros dos son su cuñado y su hermano. Su mujer en la administración y su sobrino como mecánico también trabajan con ellos. Un taller familiar.
Miguel nos cuenta su historia en primera persona. Y es que, aunque hoy este sea el taller de todos ellos (“aquí no hay jefes”, recalca), sin él no habría historia que contar.
“Los estudios no eran lo mío “afirma. Así que a los quince años empezó a trabajar en la empresa familiar. Lo suyo era la mecánica, pero no iba de aquello el negocio: “Mis padres tenían un almacén de construcción y necesitaban a alguien que les ayudara a transportar material a las obras”. Y allí que fue él, con sus tiernos quince. Es evidente que no tenía carné de conducir, “pero eran otros años”. Lo suyo eran los motores, está claro. Y aunque no le gustaba estudiar, le encantaba la mecánica.
Aquella pasión le ayudó a encaminar su futuro: “Mientras trabajaba, comencé a sacarme el módulo de automoción. Iba cuando podía, pero logré terminarlo”. Cosas de la vida, el destino quiso que en su camino se cruzara un señor que le ayudaría a dar el primer paso: “En una de aquellas obras, conocí a un señor mayor que me contó que su hijo tenía un taller mecánico”.
Le faltó tiempo para tirarle la ‘caña’: “Le dije que aquella era mi pasión; que lo que yo quería era ser mecánico”. Aquel señor quiso echarle una mano; se lo contó a su hijo y le fichó. Así empezaba la historia. Corría el año 1983, Miguel tenía 17 años. Para su padre, que Miguel trabajara fuera del negocio familiar no supuso ningún trauma:
“Veía que la mecánica me gustaba y que valía para ello. También sabía que trabajar yendo para un lado y para otro con el camión era muy peligroso; estando en el taller estaría más ‘recogido’. Un padre siempre quiere lo mejor para su hijo”. En aquel primer taller trabajó durante un año. Lo suficiente para emprender el camino por su cuenta. Lo hizo en los bajos de un edificio que era propiedad de su padre: “Monté mi taller y empecé a tener el trabajo lógico que se tiene al principio: sobre todo los coches que me llevaban los amigos”. Tiraba lo justo para aguantar y darse cuenta que lo suyo era lo que hacía. Y tan claro lo tenía que habló con su padre para que le ayudara a montar un taller cuando volviera de la ‘mili’. En aquellos años, a los 18, era lo que tocaba. Marchó “a la guerra”, como él mismo dice. Cuando volvió ya estaba todo preparado.
Una canasta, amuleto de la suerte
En aquellos años la construcción era un buen negocio y a su padre no le iban nada mal las cosas. Así que cuando volvió, Miguel ya contaba con una nave de 500 metros que su padre había comprado: “Es la misma en la que estamos ahora”, explica mirando a su alrededor, “por aquel entonces se me hacía enorme; apenas tenía un elevador de tijera que me había regalado mi anterior jefe y con eso empezamos a tirar”. Habla en plural porque ya en aquella nave el negocio no sería sólo cosa suya. Era el año 1986.
Aquella aventura la comenzó ya de la mano de su cuñado, Manuel Rodríguez (59 años): “Cuando trabajaba en los bajos del edificio de mi padre, en aquel primer taller que puse en marcha, vino a verme. Hablamos, le conté cuáles eran mis planes... En su cabeza también estaba la idea de salir de su trabajo para montar un negocio por su cuenta. Lo hicimos juntos”.
Así que allí estaban los dos, en un negocio iniciado desde cero al que pusieron de nombre el mismo que el barrio del que procedían: ‘Arenas’. Con una nave que al principio costaba llenar de trabajo. Sigue Miguel: “Trabajando sólo los dos teníamos pocas necesidades. Con un par de coches que venían ya teníamos el día solucionado”. Pero no siempre llegaban: “Para los tiempos muertos hicimos una canasta con una varilla de hierro y un tablón de madera. Cuando veíamos que teníamos un rato libre decíamos: ‘Oye, vamos a tirar unas canastas...’. Pero era coger el balón y entraba un coche por la puerta. Era matemático. De hecho, no la hemos tirado (ni la canasta ni el balón) porque nos ha dado suerte”.
Y es que no tardaron en coger ritmo. Primero con el trabajo que Manuel Rodríguez ‘arrastró’ del servicio oficial donde trabajaba: “Cogimos a todos los taxistas de Terrassa. Ningún taller quería trabajar para ellos porque los Citroën que por entonces conducían eran muy complicados. A nosotros todo lo que fuera trabajo nos venía bien”. Luego por los clientes que les llegaban a través de su padre, “que daba tarjetas en todas las obras a las que iba; mucha gente venía de su parte”; y por último por la propia inercia del negocio: el boca a boca. “Quitando los marquistas, como este taller no había ninguno en Terrassa con los metros que tenemos nosotros”; Miguel tiene claro qué es aquello que les diferenció desde el principio: “Actualmente tenemos cinco elevadores y varias máquinas de diagnosis, pero no es sólo cosa de ahora. Siempre hemos tratado de diferenciarnos por calidad e imagen. Que el cliente que entrara por la puerta viera el taller limpio, amplio... ¡Si hasta tenemos calefacción y aire acondicionado! Cuando los clientes llegan están como en un banco”, bromea Miguel.
Y es que es cierto que el taller según entras impresiona. Una zona acristalada de recepción a la izquierda; al fondo de aquella sala, unas escaleras llevan hasta una oficina precedida de una pequeña zona de espera para los clientes desde donde se ve todo el taller. La limpieza y el orden en el taller también son normas seguidas a rajatabla. Y se nota. Quieren que los clientes se sientan como se sienten los integrantes del equipo del taller: en familia. Pero no sólo es cuestión de imagen: “También cuidamos mucho el trato con el cliente; tratamos de darle el mejor servicio posible. Que deje su coche, sea lo que sea lo que necesite, y sepa que va a ser solucionado: mecánica, electricidad, diagnosis, neumáticos, la carrocería la subcontratamos... Tratamos de dar un servicio global”. A los dos años de haber puesto en marcha el negocio llegó el hermano de Miguel, Óscar Ortiz (36 años), que entró ya como socio del negocio. Y más adelante su mujer, Rosa María Pacios (“Ella estaba estudiando Biología y venía a echarnos una mano en la oficina cuando no tenía universidad. Pero llegó el momento en que necesitábamos que estuviera toda la jornada. Dejó la carrera y se incorporó al equipo”) y su sobrino, Manuel Rodríguez, el más joven de la plantilla con 31 años.
De Bosch Car Service a SPG
El trabajo iba bien, pero llegado el momento pensaron que era necesario dar un pequeño empujón al negocio: “Cada vez veíamos que era más necesario contar con un apoyo en información, en soporte técnico, en temas comerciales, de publicidad, imagen... Y nos planteamos incorporarnos a una red”. Miguel es un convencido de las redes de talleres: “Creo que los talleres que no pertenezcan a una red que les aporte soluciones lo van a tener complicado”. Y en aquel momento la mejor alternativa era Bosch Car Service:
“Era la más avanzada, ya contábamos con su herramienta de diagnosis... Así que decidimos dar el paso”. Firmaron su entrada en 2005. Once años después, las cuentas empezaron a no salirles: “Teníamos mucha presión por llegar a los objetivos. En la época de crisis si no llegábamos teníamos problemas. Y en lugar de bajar la exigencia, para de algún modo adaptarse a la situación, la subían cada vez más. Estábamos ahogados”. Y buscaron una alternativa: “Con Accesorios y Recambios Los Juanes (socio del grupo Serca con una tienda en Terrassa ubicada a apenas 700 metros de Garaje Arenas) teníamos una gran relación. Trabajamos con ellos desde que abrimos el taller”. No siempre con el mismo volumen, claro: “Cuando entramos en Bosch Car Service las compras se canalizaban a través de otro distribuidor, por lo que nuestra relación con Los Juanes sí que se redujo un poco”. Pero el socio de Serca siempre estuvo ahí: “Cuando les planteamos que nuestra idea era salir de Bosch Car Service, nos hablaron de SPG”. Y no lo dudaron: “Nos convencieron los servicios de la red: la imagen, las acciones de márketing, la información, la formación, el trato personal...”. Y aún más: “Respetaron nuestra identidad y nuestra independencia como empresa. Nos dejan absoluta libertad en la toma de decisiones. Eso para nosotros es un valor enorme. A día de hoy estamos encantados”
Accesorios y Recambios Los Juanes, más que su recambista
Rafael Rodríguez, hoy una de las almas del distribuidor socio de Serca, lleva más de treinta años trabajando en Accesorios y Recambios Los Juanes. Su llegada, después de estudiar administración, coincidió en el tiempo con la puesta en marcha de Garaje Arenas. Conoce a Miguel Ortiz desde el suficiente tiempo como para decir que son amigos. Y lo son: “Nos vamos los domingos a montar juntos en mountain bike. Estamos en un grupo de bici de montaña que se llama Arenas”, explica el propio Ortiz. Arenas, sí, como el taller.
Su relación comercial por tanto tiene solera. Tanta que ha pasado por muchos momentos. Ahora prácticamente concentran en ellos el 90% de sus compras, pero no siempre fue así. Lo explica Miguel Ortiz: “Cuando empezamos eran nuestro principal proveedor. Con diferencia. Luego entramos en Bosch Car Service y gran parte de las compras se canalizaban a través de otro distribuidor de la zona”. Sin embargo, la cercanía y la relación personal no cambió: “Siempre se interesaron por nosotros fuera cual fuera nuestra relación comercial”. Tanto que si hoy son SPG es por culpa del distribuidor catalán. “Fueron el primer SPG que abanderamos”, recuerda el recambista. Miguel Ortiz está encantado con su proveedor: “Son rápidos, siempre tienen lo que necesito; llamo por teléfono y en cinco minutos tengo la pieza. Tienen mucho material, cuentan con un sólo punto de venta, pero están muy bien preparados. Además, la relación personal que es algo que valoramos mucho, con ellos es realmente buena”.
Miguel Ortiz | Gerente Garaje Arenas
10 de April de 2017